sábado, 12 de noviembre de 2011

Capitulo III: La gran sorpresa

Capitulo III: La gran sorpresa

Eran las 3:15 de la madrugada y Henry por segunda vez se encontraba en el laberinto de los callejones lúgubres, intentando buscar pistas que lo condujeran hacia la chica aquella de negros cabellos y con mirada angelical. Debido a la hora que era y que no había nadie por las calles a las cuales preguntar el joven siguió para adelante y allí se encontró con varios vagabundos pero les daba cierto reparo preguntarles ya que no sabían como actuarían estos. Al final llegó a las 3:55 al punto en el que ambos se encontraron, pero pasaban los minutos y nadie aparecía.
Ya un poco triste de esperar, marchose hacia el hotel, cuando de repente se oyó una voz que decía ¡espera, no te vayas! El joven se giró y ¡sorpresa! Era ella si si, esto quería decir que eres real y no una alucinación fruto de mi mente, la joven al oír esto se rió. Lo primero que le dijo a nuestro personaje era que le pedía perdón por haberse marchado de esa forma tan poco correcta y acto seguido le dijo que se llamaba Violeta a lo que le pregunto que si su nombre estaba ligado con su belleza, la joven soltó una gran carcajada a la vez que se sonrojó y no sabia que decir. Como no eran muy habladores los dos dieron un paseo y Violeta le enseño la ciudad, como el dijo “Eres mi guía particular”. Conforme paseaban se contaron mil cosas a cual más curiosa, se podría decir que es como si se conocieran de toda la vida. Estaban tan a gusto ambos que ya empezaban a despuntar los primeros rayos de sol y ya que estaban ¿porque no desayunar juntos? Tomaron el desayuno de los campeones, dícese el típico desayuno inglés y siguieron de charreta. Al finalizar de comer Henry observó como Violeta se tomaba una pastilla, a lo que el le preguntó ¿Qué te pasa? ¿Estás enfermita? En el ambiente había un silencio sepulcral No si estoy bien, dijo Violeta- y seguidamente se desvió del tema. Henry lo dejó pasar y ya no hurga más en ese aspecto. El joven le comenta que hoy (debido a que eran las 9:00 de la mañana) es el ultimo día en el que estarían en Inglaterra asíque como colofón final a este viaje le pide que pase el día de hoy junto a el y sus cuatro amigos a lo que ella accedió muy generosamente.
Debido a que estuvieron hasta altas horas de la mañana, quedaron sobre las 14:00 de la tarde para comer todos juntos. Los cinco jóvenes apenas durmieron, Henry porque estaba con Violeta y los demás porque estaban de fiesta, asíque tenían que guardar todos su enseres personales ya que en breves horas partirían hacia Estocolmo. Estaban agotados no podían ni con sus almas, se fueron con vestimenta suficiente como para vestir a media población inglesa y obviamente recoger y guardar todo eso no iba a ser una tortura. Llegadas las 1:50 Violeta llego al hotel en el que se alojaban nuestros amigos y allí comieron todos juntos. Violeta hizo gran amistad con Andrea, Arthur, Anna y Tom ya que a ellos no los conocía y se lamentaba de que no pudieran quedarse más tiempo, para así, conocerse más en profundidad. Al finalizar la comida, violeta nuevamente se tomó una pastilla, igual que cuando hace unas horas desayunaron juntos, Andrea le preguntó que le pasaba y ella por segunda vez consecutiva se fue por los cerros de Úbeda, Henry estaba un tanto mosqueado ya que la joven no soltaba prenda con respecto a lo que le pasaba, así que, de momento habría que esperar.
Eran las 19:15 de la tarde, y era hora de irse hacia el aeropuerto, cogieron un taxi y en poco más de una hora llegaron y tocaban las difíciles despedidas, el momento de los lloros y del sufrimiento.
Henry se despidió con pena, sus ojos vidriosos eran un claro ejemplo de ello y Violeta la verdad es que también, estaba muy apenada en muy poco tiempo compaginaron excelentemente bien, pero antes de la despedida Henry le dijo, prométeme una cosa “dame tu palabra de que volveré a verte” claro que si Henry- contestó Violeta y acto seguido se fundieron en un gran y apasionado abrazo y así de nuevo los jóvenes partieron hacia el punto de partida de su aventura.
En el avión en el que viajaban, recordaba con gran añoranza el breve periodo que pasaron en tierras londinenses y a la gente que habían conocido. A mediados del viaje nuestros cinco aventureros cayeron en un profundo sueño…

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