miércoles, 16 de noviembre de 2011

Capitulo XIV: El comienzo del fin

Capitulo XIV: El comienzo del fin

Pasaron cinco años desde que vinieron de la India. Tras llegar a su tierra natal, Henry y Violeta acompañados de su hija, se compraron una pequeña cabaña a una aldea cercana a la capital y allí comenzaron su nueva vida lejos de opulencias. Tras el cambio drástico que pegaron sus vidas Henry y Violeta eran muy felices, estaban más unidos que nunca y ahora lo principal era pasar el mayor tiempo con Violeta jr. que ya era toda una mujer pero sabía que su madre muy a su pesar, no duraría mucho. Un día cuando estaban en el campo recogiendo las hortalizas que habían sembrado, Violeta se empezó a encontrar mal. Sentía mareos y ganas de vomitar todo se podía deber a que estaba trabajando a pleno sol, pero hay queda la duda, no comentó nada a nadie ni a Henry ni a su pequeña no quería preocupar a nadie y el día continúo. A la mañana siguiente contrataron a un fotógrafo y Allí se autorretrataron los seis. Henry, violeta, Violeta jr., Helen, Richard (pareja de esta) y su hijo Paúl. Al mes siguiente planearon volar a Inglaterra para visitar a Rossie, madre de Violeta ya que desde la última vez que la visitó pasaron más de veinte años. Pasaban los días, y un día hablando Henry y Violeta pensaron en que quizás, seria una buena idea casarse, porque tras mucho tiempo juntos y tras haber concebido a una hija preciosa, había que dar un pequeño gran paso hacia delante, antes de finalizar el año, contraerían matrimonio.
Había muy variados planes de futuro y para esta noche había planeada una fiesta en su casa, la celebración seria entre naranjos y campos de cultivo la vida rural era increíblemente bella. Se respira más aire fresco, no existe contaminación lumínica y los ruidos molestos por coches, motos y demás no están presentes. Así que para la fiesta fueron nuestros seis personajes acompañados por los amigos de Henry y Anthony. La noche avanzaba increíblemente bien y ya proponían una fiesta para no dentro de mucho y así concluyo el día acompañados por sus seres queridos.
Amanece un nuevo día y el canto del gallo es un claro preludio de ello. Apenas son las 07:30 de la mañana y Henry desde hace un rato anda desvelada y ya no puede conciliar el sueño. El joven decide levantarse para disfrutar del buen clima que hace acompañado de un buen té, para ello se alza con sigilo, para que su preciosa Violeta no se despierte. Pasa el tiempo y se hacen las 09:00 de la mañana y Violeta jr. se alza para acudir a clase, entremedias de esto Henry le dice que quizás seria un buen momento para despertar a su madre y ella le dijo que si no se había levantado a las 10:00 que la llame, mientras tanto el tiempo pasa…
Una vez llegada la hora Henry se dirigió hacia la alcoba y desde la puerta susurró- ¿Violeta?- ¿Violeta? Pero al parecer estaba durmiendo muy plácidamente, se acercó la cogió de la mano y notó que su querida estaba un tanto fría, encendió la luz y se encontró con una estampa nada agradable, Violeta estaba completamente pálida, Henry agarro nuevamente su desvaída mano y le tomo el pulso y lo que no tuvo que ocurrir jamás ocurrió en ese preciso momento. La joven yacía muerta en la cama ante la desesperante mirada de Henry. El joven después de ver lo ocurrido solo pensaba en una cosa, irse a la otra vida para hacerle compañía a su venerada Violeta, pero de repente, el joven observó como Violeta sostenía un sobre con su mano derecha, el joven lo abrió y en el se hallaba la foto que no hace mucho se tomaron ella junto a sus seres queridos acompañada de una nota en la que ponía lo siguiente:

Querido Henry, cuando leas esto, ya no estaré junto a ti, quiero decirte que el día que fuimos a visitar a aquel sabio, me dijo que hoy mi luz se apagaría para siempre, pero no quería que sufrieras sabiendo esta noticia. Has sido la persona más importante de mi vida y te quiero pedir varias cosas. Cuida a nuestra hija como hicieras conmigo durante todo este tiempo que hemos pasado juntos, intenta encontrar a una persona que llene ese vacío que yo te he dejado, y así cumplir con todas las cosas que teníamos en mente como tener un hijo más y casarnos. Por favor se feliz, vales mucho, aprovecha cada instante de la vida como si fuese el último. Espero que en un futuro muy, muy pero que muy lejano, nos volvamos a encontrar. ¡Gracias por todo lo que me has hecho vivir en esta vida, de verdad, Gracias!

El joven tras leer la carta fue al Instituto a buscar a su hija para darle la noticia y allí al lado de un parque la pequeña Violeta la leyó. Cuando finalizo de leerla le dijo a su padre- Papa, jamás te separes de mi lado, tranquila hija, no lo are jamás- señaló Henry. Llego la hora del sepelio, pero antes de ello fueron hacia el tanatorio. Vecinos, amigos, familiares quisieron rendirle un último homenaje. Allí estaba Violeta recostada sobre su ataúd, sujetando entre sus manos la foto de sus allegados rodeada de coronas de flores. Acto seguido fue llevado hacia el cementerio, y allí fue depositada su tumba. Todo parecía haber acabado, pero Henry se sentía muy molesto con el sabio Hindú, así que cogio a su hija y se fueron a visitarlo nuevamente. Tras llegar preguntaron por él pero nadie lo conocía, ni la gente más anciana del lugar. Henry se quedo pensativo y creía recordar donde habitaba el anciano y allí estaban de nuevo en el Nanda Devi pero esta vez acompañado de su hija. Al estar en un gran valle pues poca gente solía ir por allí, solamente alpinistas y montañeros. Conforme avanzaban, se iban encontrando con la niebla más espesa, hasta que, en una ladera, había por hay por los suelos gran cantidad de dinero tirado. A Henry esa escena le resultaba familiar, visualizó el camino que iba hasta la casa del anciano y en aproximadamente en treinta minutos llegaron, pero ¿Qué pasa aquí? Dijo Henry con gran asombro ¿Que ocurre papa? Preguntaba Violeta. La casa del sabio no estaba, es como si nunca hubiese existido, en su lugar había una plantación de árnicas, cosa curiosa ya que esas plantas son originarias de los montes europeos y no de los indios. Henry estaba confuso no sabia nada de nada, ¿Que todo no habrá sido un sueño? Se preguntaba nuestro personaje.
Cuando ya se marchaban, Henry y Violeta se fueron por un lado de la montaña en el cual ambos miraron con gran asombro como de repente la niebla se disipaba y como los rayos de sol se reflejaban en las cumbres, las llanuras y en las laderas. Por primera vez desde hacia más de cien años no se veía una estampa semejante, todo ello para formar el rostro de la desaparecida y querida Violeta, madre y concubina de nuestro personaje.

Y tras este acontecimiento la vida sigue y el tiempo avanza…

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